Sunagakure 1923
Durante tres mil años
los ejércitos pelearon en estas tierras, sin saber el mal que descansaba en
ella.
Y durante tres mil
años, nosotros los ANBU, los descendientes de la guardia del Hokage hemos
seguido vigilando.
Un mermado regimiento de soldados se posicionaba detrás de las ruinas de
la ciudad con uss armas esperando la llegada de sus enemigos. Sin embargo el
comandante de este regimiento al ver que sus enemigos los superaban en número,
huyo del lugar con su caballo.
— Acabas de ascender – dijo Obito, un
varón de cabello corto en punta y ojos negros, a su compañero Sasuke Uchiha, un
apuesto varón de ojos negros y cabello negro a la altura de los hombros.
— ¡MANTENGAN SU POSICIÓN! – grito
Sasuke a sus compañeros a medida que el ejército enemigo se acercaba cada vez
más a ellos – ¡PREPARADOS! – para luego voltear a ver Obito – Tú seguirás
conmigo.
— Tu valor me da fuerzas – le responde
Obito de manera sarcástica pero al posar su mirada sobre el ejército y
comprender que habría una masacre, abandono su posición para salvar su vida –
¡ESPERAME! – gritaba mientras tomaba el mismo camino que su comandante.
— ¡LISTOS! – dijo Sasuke sin inmutarse
por el acto de cobardía de su compañero al ser ya típico de este.
El resto de soldados que aceptaba la muerte con valentía acomodaron mejor
sus armas para una mejor puntería y esperaron la orden de su nuevo comandante.
— ¡FUEGO!
Al comienzo de la batalla perecieron una buena parte de ambos bandos.
Sasuke y el resto de los soldados sobrevivientes que se encontraban con él en
primera línea, siguieron disparando pero los enemigos los seguían superándolos
en número y en el hecho de que vinieran a caballo, así que no tuvieron más
opción que huir por sus vidas.
— ¡CORRE, OBITO! ¡CORRE, CORRE! – dijo
Sasuke al divisar, un poco más delante de su posición, a su cobarde compañero mientras huía también por su vida al verse
superado y sin municiones – ¡VE ADENTRO! – señalando una entrada abierta hacia
un pasadizo subterráneo de la ciudad.
Obito rápidamente se dirigió a toda velocidad hacia la entrada y al
llegar a dentro empezó a cerrarla con la piedra que servía de puerta al ver que
cerca de su comandante venían más soldados enemigos.
— ¡NO, NO!...¡OBITO, NO CIERRES ESA
MALDITA PUERTA! – gritaba Sasuke a medida que se acercaba a la entrada pero Obito
no se detuvo dejando a Sasuke fuera del refugio e indefenso ante los disparos
de sus enemigos que por suerte no le dieron.
Sin perder más tiempo, Sasuke correo a buscar otro lugar donde ocultarse
adentrándose más entre las ruinas de la ciudad sin embargo sus enemigos
lograron acorralarlo. El varón cerró los ojos ante la espera del disparo que
acabaría con su vida pero de repente algo extraño paso: los caballos de sus
enemigos empezaron a enloquecer al sentir algo bajo las arenas, por lo que
huyeron de allí con sus dueños, quienes habían perdido el control de las
riendas de sus animales.
Sasuke al no oír algún disparo, abrió los ojos y se encontró solo en el
lugar; extrañado, dio unos pasos hacia adelante y al mirar a su alrededor se
dio cuenta que lo había acorralado frente a la estatua de Kami Hagoromo, la
cual tenía la mayor parte de su cuerpo enterrada en la arena. De repente la
arena bajo sus pies empezó a levantarse del suelo, asustado se alejó del lugar sin
darse cuenta que en la arena se formaba una cara aterradora que gritaba
desgarradoramente.
Mientras Sasuke se alejaba de la ciudad maldita volteo a ver una vez más
a la ciudad que había sido testigo de la muerte de muchos de sus compañeros sin
embargo al alzar la mirada un poco más le pareció divisar en lo más alto de la
ciudad a un grupo de personas montadas en caballo vestidas de negro, así que
apuro su paso para alejarse lo más pronto posible de esa ciudad, no vaya a ser
que quisieran matarlo.
— La criatura aún permanece oculta –
dijo un varón pelirrojo de ojos aguamarinas a sus compañeros mientras observa a
Sasuke caminar por el desierto.
— ¿Qué hacemos con ese, Kazekage? –
pregunto otro miembro del grupo a su líder, si despegar la mirada de Sasuke –
¿Lo matamos?
— No – respondió tranquilamente el
pelirrojo – el desierto se encargara de matarlo…
Konoha, 3 años después
En la biblioteca principal de Konoha se encontraba Naruto
Namikaze, un joven doncel de no más de 20 años, de cabello rubio y ojos azules;
subido a una escalera colocando unos libros en uno de los libreros pues era el
encargado de que todo estuviera en orden en la biblioteca.
— Sócrates volumen 1… volumen2….volumen
3...¿Trutumosis? Ja.. ¿Qué estás haciendo aquí? – dijo el doncel al ver el
libro en el librero incorrecto, miro a su alrededor buscando el librero que le
corresponde y descubrió que justo era el que estaba detrás de él – Tendré que
ponerte de nuevo en tu lugar – por lo que sin tener que bajarse de la escalera
se estiro para colocarlo, pero no llegaba a pesar de estirarse todo lo posible,
al intentarlo nuevamente sin querer hizo
que la escalera se separa del librero, soltó el libro asustado y de milagro
logro mantener la escalera en equilibrio – Ayúdenme… – dijo terriblemente asustado
pues la escalera no se sostenía de nada y estaba parada a mitad del pasillo.
Sus brazos se cansaron de hacer fuerza intentando no caer por lo
inevitablemente perdió el equilibrio y la escalera se le fue hacia uno de los
libreros, logro llegar a salvo al suelo pero para su mala suerte los libreros
empezaron a derrumbarse como fichas de dominó.
— Ups! – solo atinó a decir al ver el
desastre que había hecho.
— ¿Pero qué…?¡¿QUE PASO AQUÍ?! – dijo
un viejo varón de cabellos plateados y ojos negros que miraban atónico y a
punto de sufrir un colapso, la destrucción que había sufrido su amada
biblioteca en el poco tiempo que decidió salir a hacer un trámite.
— Director…– susurro Naruto muerto de vergüenza
al verse sorprendido por el director de la biblioteca, Jiraiya.
— Miren esto…¡POR KAMI!...¡DEMEN SAPOS!
¡MOSCAS! ¡LANGOSTAS! ¡Lo que sea menos ti! – dijo Jiraiya histérico – Comparado
contigo, las otras plagas son una alegría
— Lo siento mucho, pero fue un
accidente
— Naruto, cuando Rances destruyo Siria, fue un
accidente, ¡Tú, eres una catástrofe! ¡Mi pobre biblioteca!...¿Por qué te la
encomendé a ti?
— Bueno… usted me puso aquí porque…
porque se leer y escribir japonés antiguo y he descifrado algunos pergaminos
antiguos…y bueno…¡Yo soy la única persona en kilómetros a la redonda que conoce
un código y puede catalogar la biblioteca!,¡ES POR ESO!
— ¡Te puse aquí porque tus padres
fueron nuestros mejores mecenas! ¡Y ahora, no me interesa como lo hagas, no me
interesa el tiempo que te tome, empieza a arreglar esta biblioteca! – dijo
Jiraiya antes de irse a su oficina y tomarse una copa de sake…o mejor dicho una
botella.
Naruto se quedó solo en el lugar pero antes de que siquiera se pudiera a
pensar por donde empezaría a arreglar este desastre escucho un ruido muy
extraño proveniente de la sección de restos arqueológicos y al volverlo a
escuchar otra vez se dirigió a esa sección, la cual estaba iluminada por
antorchas.
— Hola – dijo el rubio, ligeramente
asustado, avanzando por el lugar pero no oyó ninguna respuesta y al volver
escuchar el ruido, paso a estar muy asustado. Decidió coger una de las
antorchas antes de seguir adentrándose en el lugar, mirando a todos lados tratando
de hallar el origen de ese extraño ruido – ¿Sakura?..¿Hinata?...¿Kiba? –
nombrando a los otros empleados que tiene la biblioteca pero ninguna respuesta.
Cuando nuevamente escucho el extraño ruido, se aterro al descubrir que
provenía justo del sarcófago abierto que había detrás de él, se acercó
lentamente, miro dentro y de repente se levantó una momia de su interior
— ¡¡¡AHHH!!! – grito tan fuerte que
casi se le cae la antorcha al suelo pero al ver que alado de la momia se
levantaba un varón pelinegro de ojos azules riéndose, su corazón se empezó a
tranquilizar – ¡MEMMA! ¡¿No tienes respeto por los muertos?! – le regaño a su
mellizo.
— ¡Por supuesto que sí! ¡Pero aveces,
prefiero unirme a ellos! – decía el varón mientras posaba su brazo derecho
sobre el hombro de la momia y le movía el brazo.
— Pues deberías… Desearía que lo
hicieras rápidamente antes de que arruines mi carrea como arruinaste la tuya –
seguía regañando Naruto mientras acomodaba de nuevo a la momia en su lugar.
Memma rodo los ojos ante el regaño de su mellizo – ¡Ahora, Lárgate!
— Mi querido, dulce y bello hermano
menor que tengo…No es acaso el momento preciso para que mi carrera tenga una
nota alta – le decía Memma con tono cariñoso al doncel mientras este lo ayudaba
a bajar del sarcófago.
— ¿Nota alta? ¡JA! Por favor Memma no
estoy de humor para eso, se me cayeron los libros de la biblioteca – dijo Naruto
mientras se sentaba a los pies de una estatua detrás de él – y la escuela de
Greenwich rechazo mi solicitud por no tener la suficiente experiencia en el
campo – esto último le provoco gran tristeza.
— Siempre me tendrás a mí – dijo Memma
logrando sacarle una sonrisa a Naruto – Además, traje algo que te va a animar –
sacando un objeto del bolsillo de su saco.
— Oh no Memma! No, otro de tus
hallazgos, si le llevo otro pedazo de basura al curador para tratar…– Naruto no
dijo nada más al ver el extraño objeto de forma octogonal que su hermano
sostenía frente a él – …de venderlo... – tomo el objeto para verlo mejor – ¿de
dónde sacaste esto? – intrigado dándole vueltas sobre si al objeto pues no
sabía exactamente que era.
— En una excavación en Getsugakure...¡En toda mi
vida no he encontrado algo así, dime por favor que esto es valioso! – dijo
Memma con esperanza mientras veía como su hermano apretaba algo a los costados
del objeto y lograba que este se abriera revelando el pergamino que se
encontraba oculto en su interior.
— Memma…
— ¿Sí?
— ¡Creo que esto es valioso! – dijo
Naruto con felicidad mientras expandía el pergamino oculto, revelando que este
pergamino era una especie de mapa.
— ¡Y ahí está el cartucho! ¡Es el sello
real oficial del Hokage Hashirama, estoy seguro! – dijo Naruto con entusiasmo
mientras le mostraba a Jiraiya el mapa en su oficina.
— Tal vez… – dijo Jiraiya sorprendido
por el hallazgo que habían hecho los hermanos Namikaze.
— Dos preguntas – dijo Memma mientras
se posicionaba al otro lado de Jiraiya – ¿Quién diablos era Hashirama? ¿y él
era rico?
— Fue él segundo Hokage de la dinastía XIX, ¡se
dice que fue el Hokage más rico de todos!
— ¡Eso me gusta! El tipo me gusta –
dijo Memma con mucha avaricia.
— Ya calcule la fecha, es casi de hace
tres mil años. Si ve la figura que está aquí al final del lado derecho, bueno,
es Sunagakure…
— ¡Por Kami! ¡No seas tan ridículo,
somos académicos, no cazadores de tesoros! Sunagakure es un mito contado para
impresionar a los turistas – dijo Jiraiya exceptico de que este sea un mapa
hacia aquella ciudad perdida.
— Si, se todo la leyenda sobre la
ciudad protegida por la maldición de la momia y todo eso, pero mi investigación
me ha llevado a creer que la ciudad en realidad puede haber existido.
— ¿Estamos hablando de Sunagakure? – dijo Memma con incredulidad
ante lo que decía su hermano.
— ¡Sí! La ciudad de los muertos, donde
los primeros faraones se llevaron los tesoros egipcios – dijo Naruto muy
entusiasmado por la increíble oportunidad de conocer aquella ciudad histórica.
— ¡Si, si! Los escondieron en una gran
cámara subterránea…Todo el mundo conoce la historia, todos los tesoros están
bajo la arena, por orden de un Hokage toda la ciudad desapareció bajo las dunas
y se llevó con ella todos los tesoros – dijo Memma imaginándose las riquezas
que encontraría gracias a ese mapa.
— Y los norteamericanos dirán que solo
es un cuento de hadas – dijo Jiraiya mientras acercaba el mapa a una vela que
había en su escritorio – ¡OH DIOS! – exclamo al ver como el pergamino se
quemaba, sacando de sus pensamientos a los hermanos Namikaze – ¡MIREN ESO! –
botando el mapa al suelo.
Los hermanos Namikaze se lanzaron a apagar el fuego antes de que
consumiera el mapa por completo
— ¡Lo quemo! ¡Quemo la parte de la ciudad
perdida! – exclamo Memma enfadado al ver como sus esperanzas de encontrar el
tesoro se iban.
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